
Eso de ir gratis a un concierto simplemente por ser quien eres -es decir, por llamarte Nerea- es todo un privilegio.
Al principio me sentí un poco estúpida al llegar a la entrada de La Riviera. "Me llamo Nerea", le suelto al "puerta" enseñándole el DNI. Observas que te mira en plan: Enhorabuena, un pin. Pero la cosa cambia cuando lo consulta con el "jefe" y éste asiente dejándonos pasar a mí y a mi acompañante -Elenita fue la agraciada-. En ese momento te sientes VIP, de alguna forma.
Conocía más bien poco de este grupo, pero a medida que el concierto avanzaba, viendo a la gente totalmente entregada -tanto los que estaban subidos en el escenario como los que estaban debajo-, me fui contagiando del buen rollo que transmitían y del ambientazo que se respiraba.
Por eso disfruto tanto en los conciertos. Te sientes pletórico por unas horas, dejando que su música y sus letras te envuelvan por completo, haciendo que lo veas todo desde otra perspectiva mucho más positiva. Los problemas y las preocupaciones con los que entraste en la sala dejan de tener relevancia. Porque en realidad te das cuenta de lo simple y lo fácil que es ser feliz. ¿Para qué seguir triste, preocupada o enfadada? Es una pérdida de tiempo. Lo puedes solucionar en ese preciso momento, si así lo deseas.
Eso fue lo que sentí durante casi dos horas. Un sentimiento que, supongo, compartiríamos las 2000 personas que estábamos allí congregadas. Como si fuese una realidad paralela.
Al principio me sentí un poco estúpida al llegar a la entrada de La Riviera. "Me llamo Nerea", le suelto al "puerta" enseñándole el DNI. Observas que te mira en plan: Enhorabuena, un pin. Pero la cosa cambia cuando lo consulta con el "jefe" y éste asiente dejándonos pasar a mí y a mi acompañante -Elenita fue la agraciada-. En ese momento te sientes VIP, de alguna forma.
Conocía más bien poco de este grupo, pero a medida que el concierto avanzaba, viendo a la gente totalmente entregada -tanto los que estaban subidos en el escenario como los que estaban debajo-, me fui contagiando del buen rollo que transmitían y del ambientazo que se respiraba.
Por eso disfruto tanto en los conciertos. Te sientes pletórico por unas horas, dejando que su música y sus letras te envuelvan por completo, haciendo que lo veas todo desde otra perspectiva mucho más positiva. Los problemas y las preocupaciones con los que entraste en la sala dejan de tener relevancia. Porque en realidad te das cuenta de lo simple y lo fácil que es ser feliz. ¿Para qué seguir triste, preocupada o enfadada? Es una pérdida de tiempo. Lo puedes solucionar en ese preciso momento, si así lo deseas.
Eso fue lo que sentí durante casi dos horas. Un sentimiento que, supongo, compartiríamos las 2000 personas que estábamos allí congregadas. Como si fuese una realidad paralela.
Y es que está claro que la música está hecha para escucharla en vivo y en directo...
5 comentarios:
Seguro que ele se volvió loca xD
Estoy del "echaremos a volaaaaarrr" hasta las pelotas xD
jajajjajaja. Llega la "neremania"!!!
Sip, ele estaba emocionada desde el metro de Principe Pio xD
ojala hubiese un concierto en cada esquina, cada dia, cada segundo, es impresionante lo capaz que es de llevarte a su mundo... si es por conciertos, te aconsejo que vengas a uno el 6 de noviembre de Carlos de France, a Fátima, Cris y yo, nos tiene embobados, podrías venir...
Un beso cuidate!
Ya tenemos elementos para realizar una obra literaria o cinematográfica:
"La importancia de llamarse NEREA"
Casi homónima de la obra literaria de Oscar Wilde.
¿Quién se atreve? ¿Tal vez nuestro amigo Brio?
Besos!
Maldita mil veces.
Pero privilegiada incontables.
Un besito.
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