Estos días, en los que estoy un poco desconectada de mi rutina, he tenido tiempo para pensar y reflexionar, ya que tampoco he podido hacer mucho más aparte de los tests de conducir.
Supongo que lo normal hubiese sido sacar algo en claro, no? Pues no ha sido el caso y la verdad es que es un poco frustrante.
De hecho, me pasa muchas veces.
Tienes un problema (o rallada mental). Empiezas a verle el lado positivo cuando te alejas de él porque, piensas, no merece la pena seguir anclada en lo malo cuando se supone que pesa más lo bueno.
Pero de repente, te acercas por un momento a tu realidad y te encuentras con algo que no solo no te aferra a ese positivismo, sino que le vuelve a dar la vuelta a tu cabeza, poniéndola en el punto de partida. Y, entonces, qué haces? A qué te agarras?
Pues supongo que es un ciclo que se resuelve cuando vuelves definitivamente a tu realidad (también llamada rutina) y te reencuentras con el "problema". Cuando llega ese momento, el 99% de los casos siempre me pasa lo mismo: positivizo y sigo adelante.
Lo peculiar de esto es que me ocurre de manera inconsciente y repentina, como si todos mis pensamientos se hubiesen ordenado solos para equilibrar la balanza. Bueno no, más bien para inclinarla hacia lo que necesito en ese momento para sentirme bien.
Veremos si esta vez se cumplen las estadísticas.
Espero no haberos aburrido demasiado con este rollo ambiguo y abstracto =)
Hace 3 años
1 comentario:
Se supone que es lo que se hace en esos casos: siempre se mira el lado bueno.
Pasa con eso y con todo lo demás; si no, habrá que hundirse en la miseria, pero esa opción parece que se descarta cuando sientes tras de ti la corriente que te empuja, y suele ser bastante fuerte.
Publicar un comentario